OPINION

PERSPECTIVAS EN CONTRASTE SOBRE EL SALVADOR: ¿SEGURIDAD A QUÉ COSTO?

Desde Afuera

Por: Douglas Agreda

El Salvador, bajo la presidencia de Nayib Bukele, está registrando cambios significativos en su lucha contra la criminalidad, con un notable descenso en las tasas de homicidios. Según el propio presidente Bukele, se espera cerrar el año con una tasa de homicidios de solo 1.8 por cada 100,000 habitantes. Sin embargo, este julio de 2024, los números mostraron un repunte inquietante, con 12 asesinatos registrados a nivel nacional, siete más que el mes anterior. Esta cifra eleva el total del año a 70 homicidios, un dato alarmante que requiere análisis y acción inmediatos.

A primera vista, estos números podrían interpretarse como un éxito rotundo del Plan Control Territorial y las políticas de seguridad que han sido la piedra angular de su administración. Sin embargo, la reducción de los homicidios trae consigo interrogantes sobre los métodos empleados y sus consecuencias a largo plazo.

A pesar de las impresionantes estadísticas, existen preocupaciones sustanciales relacionadas con las violaciones a los derechos humanos y detenciones arbitrarias. Organizaciones locales e internacionales han documentado más de 3,000 casos de detenciones que podrían no cumplir con los estándares legales adecuados. Además, informes sobre muertes de personas bajo custodia estatal sin investigaciones adecuadas añaden una capa de preocupación sobre la integridad del sistema de justicia y la transparencia gubernamental.

El gobierno de Bukele ha sido eficaz en comunicar sus victorias en seguridad, utilizando las redes sociales para informar diariamente sobre los niveles de violencia. Aunque estas comunicaciones sugieren un entorno seguro y controlado, la realidad de las estrategias de seguridad puede ser mucho más compleja y menos alentadora.

La estrategia de seguridad de Bukele, aunque popular entre muchos salvadoreños por sus resultados inmediatos, también ha sido criticada por su potencial para abusar de poderes extraordinarios bajo el régimen de excepción. Este régimen ha permitido detenciones sin orden judicial y una supervisión reducida sobre las acciones de la policía y otros cuerpos de seguridad.

Mirando hacia el futuro, El Salvador enfrenta el desafío de equilibrar la necesidad urgente de seguridad con el respeto a los derechos civiles y humanos. Es crucial que las tácticas de seguridad no solo se enfoquen en reducir las cifras de criminalidad a corto plazo, sino que también promuevan un entorno de justicia y equidad. La comunidad internacional, particularmente los salvadoreños en el exterior, observa con esperanza, pero también con escepticismo, buscando señales de que el país pueda mantener la seguridad sin sacrificar la justicia social y el respeto por la ley.

El aumento de los homicidios en julio es un recordatorio de que la situación de seguridad en El Salvador sigue siendo volátil. Mientras Bukele continúa promoviendo su «Modelo Bukele» a nivel internacional, debe también asegurarse de que su legado no sea manchado por violaciones a los derechos humanos o una justicia penal que no cumpla con los estándares internacionales. El verdadero éxito de las políticas de seguridad se medirá no solo por la reducción de la violencia, sino también por el respeto a la dignidad y derechos de todos los salvadoreños.

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