EMERGENCIA CLIMÁTICA EN EL SALVADOR: UN LLAMADO A LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
Desde Afuera
Douglas Agreda
El Salvador enfrenta una de las peores crisis climáticas de los últimos años. Desde el 15 de junio, las intensas lluvias provocadas por la tormenta tropical Alberto han causado estragos en todo el país, llevando al gobierno a declarar una emergencia nacional y activar una alerta roja. Las consecuencias han sido devastadoras: 11 personas fallecidas, cientos de viviendas y carreteras dañadas, y miles de personas desplazadas en albergues temporales.
Para los salvadoreños en el exterior, especialmente aquellos en Canadá y Estados Unidos, esta situación resuena profundamente. La diáspora salvadoreña, que siempre ha mantenido un fuerte vínculo con su país de origen, ahora tiene la oportunidad de demostrar su solidaridad y apoyo a través de acciones concretas.
El Salvador es un país con una alta vulnerabilidad a desastres naturales. Las familias residentes en zonas de alto riesgo han vivido durante décadas bajo condiciones precarias, sin oportunidades reales de mejorar su situación. Las áreas propensas a inundaciones y deslizamientos de tierra han sido el hogar de miles de salvadoreños que, por falta de recursos y apoyo, no han podido trasladarse a lugares más seguros.
Esta vulnerabilidad histórica no es una novedad. Desde los terremotos devastadores de 2001 hasta las lluvias torrenciales recientes, las mismas comunidades siguen siendo las más afectadas. La falta de infraestructura adecuada, planes de urbanización deficientes y la escasa inversión en proyectos de mitigación han perpetuado este ciclo de vulnerabilidad.
Las cifras son alarmantes. Según la Oficina del Coordinador Residente de las Naciones Unidas, se reportan 74 carreteras afectadas, 180 calles dañadas, 15 comunidades sin electricidad y 76 deslizamientos de tierra. Además, 4 ríos se han desbordado, afectando gravemente a 79 viviendas y dañando otras 58. Las lluvias, que han superado el promedio mensual, continuarán hasta el 21 de junio, exacerbando una situación ya crítica.
La comunidad internacional ha respondido rápidamente. ACNUR ha donado más de 3,200 artículos esenciales, incluyendo ropa, toallas, lonas plásticas, sábanas térmicas, pañales y kits de higiene para los albergues. Sin embargo, la magnitud de la crisis requiere un esfuerzo conjunto de todas las partes interesadas, incluyendo a la diáspora salvadoreña.
Históricamente, los salvadoreños en el extranjero han jugado un papel crucial en el apoyo a su país, ya sea enviando remesas o participando en proyectos de desarrollo. Ahora, frente a esta emergencia, es fundamental que esta comunidad se movilice una vez más. La solidaridad no solo se manifiesta a través de donaciones, sino también mediante la promoción de la situación en foros internacionales, la colaboración con organizaciones humanitarias y el apoyo a campañas de recaudación de fondos.
La crisis climática en El Salvador es un recordatorio de la fragilidad de nuestro mundo y de la importancia de la acción colectiva. La diáspora salvadoreña tiene la capacidad y la responsabilidad de marcar una diferencia significativa. Juntos, podemos ayudar a mitigar el impacto de esta emergencia y apoyar a nuestros compatriotas en estos momentos difíciles.
¿Estás dispuesto a colaborar? Deja tus comentarios y comparte cómo piensas apoyar a las personas afectadas en El Salvador. Tu voz y tus acciones son más importantes que nunca.